Dormir menos de 6 horas al día tiene este efecto en tu memoria (y no es el que imaginas)

Un estilo de vida saludable pasa por una dieta sana y equilibrada, la práctica habitual de ejercicio y, como no podía ser de otra manera, un buen descanso. Sin embargo, en una era de estrés y ansiedad el insomnio es uno de los problemas más comunes, de hecho, se estima que entre el 20 y el 48% de la población adulta sufre dificultades para conciliar o mantener el sueño y, alrededor del 10-15% sufren insomnio crónico, según la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Dormir mal por la noche, más allá de sentirnos cansado al día siguiente, puede tener graves efectos en la salud, por lo que, si se experimenta insomnio durante un tiempo prolongado, es importante consultar con un experto que le aplique un tratamiento para hacerle frente. Lo ideal es dormir entre 7 y 8 horas por la noche, pero descansar por debajo de estas horas puede afectar desde el estado de ánimo hasta la salud a largo plazo.

La falta de sueño está estrechamente relacionado con los problemas de salud mental, de hecho, las personas con insomnio tienen más probabilidad de desarrollar ansiedad y depresión, puesto que repercute en el estado de ánimo. Asimismo, esto afecta a la capacidad de tomar decisiones lógicas, con efectos en la concentración y la capacidad cognitiva, lo que conlleva un peor rendimiento en el terreno laboral y académico.

Más allá de la salud mental

Más allá de consecuencias a nivel mental, también tiene efectos en la salud cardíaca o en los niveles de azúcar en sangre, derivando en diabetes. Asimismo, algunos estudios concluyen que un mal sueño puede conllevar un aumento de peso, puesto que altera el metabolismo y tiene efectos en el sistema inmunológico.

El insomnio puede tratarse independientemente de la edad y en la mayoría de los casos la clave está en los cambios en tu rutina durante el día y a la hora de ir a dormir. Por este motivo, seguir una rutina de sueño, despertándose y yendo a dormir siempre a la misma hora, practicar deporte de forma asidua, evitar la cafeína, el alcohol y la nicotina, así como no llevar a cabo una ingesta muy grande de alimentos o de líquidos, especialmente antes de irse a dormir.

Por su parte, existen determinados alimentos que contribuyen a la segregación de hormonas que promueven el sueño, como la serotonina. Entre estos desatacan algunos como la melatonina, la valeriana o, incluso, el magnesio. Si se está en pleno tratamiento médico, puede ser que algunos fármacos tengan efectos estimulantes que impiden conciliar el sueño.